Mi Manuel

- 277 - Al saber que Manuel era escritor también y peruano, se afanó en presentarlo a amigos suyos españoles; pero Manuel si 1 empre retraído y esquivo, muy pocas veces aceptó acompa- ñarlo. Otro de los huéspedes era don Joaquín Chapaprieta de unos treinta años, bajito y liciado del hombro. Era entonces secretario particular del ministro Reverter. Más tarde, duran- te el gobierno de la República él mismo fué también ministro de Hacienda y según supe se refugió en Francia cuando empe- zó la revolución. A mi parecer, era el más inteligente; algo callado, inter- venía con mucha mesura en las conversaciones de la mesa, que en esta casa no eran felizmente nunca sobre corridas de toros. En fin un futuro doctor Juan de Juan, de unos veinte años, estudiante de medicina y otros dos jóvenes, que se mantenían ,siempre callados, compl 1 etaban el número de los comensales de la casa de doña María. En las casas de huéspedes de España, nunca dan café des- pués del almuerzo; nosotros siguiendo nuestra inveterada cos- tumbre de Lima, viajábamos siempre con nuestra "cafetera rusa" y su lamparita de alcohol; mi mayor placer era prepa- rárselo yo misma a Manuel, cada día después del almuerzo. Nuestro departamento constaba de dos piezas 1 : un dormi- torio amplio y un salón ,elegantemente amueblado. A nuestro hijito siempre amable y amiguero le dió por invitar a todos los huéspedes a tomar café con nosotros' y de uno en uno los trajo, resultando nuestra sala, el centro de reunión de todos ellos. Lo pesado fué que la tertulia ·empezada después· del al- muerzo, duraba hasta la hora de comer y luego seguía otra vez hasta las dos y tres de la mañana. En verdad no nos impe- dían salir libremente a la calle, dejándolos solos seguir sus partidas de ajedrez y sus· lecturas; pero lo malo para mí era que por la noche ·yo acostaba a mi hijito como de costumbre Y al otro día despertaba él temprano sin dejarme ya dormir. Para entretenerlo, yo le daba caramelos que venían envueltos en papeles, indicando su sabor. El aun no sabía leer, sólo co- nocía las letras y se afanaba mucho en saber de qué eran sus caramelos antes de comerlo.8'. Yo semi dormida le respondía al acaso y se ponía furioso al ver que lo engañaba :-"Pero, cómo

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx