Mi Manuel

- 22- pararme de ella, poniéndome pupila en el mismo colegio en que estaba mi hermana. Era el convento de la "Visitación" del que existía en Meaux una sucursal del de Poitiers, donde había sido educada mi madre. Separarme de mi mamá cuando contaba apenas seis años, fué el primer gran dolor de mi vida, el preludio del que iba a ser el definitivo, tres años después. . . Y así debieron pensarlo las religiosas del convento, viendo a mi mamá enferma de un mal que sabían no perdona, recibiéndome con tanto cariño. Lo mismo diré de mi querida Marthe, para quién fuí, siempre, más una hija que una hermana. Me parecieron muy grandes los claustros del convento y muy numerosas las niñas el día que llegué y temía se me per- diera mi hermana entre "tanta gente" como les dij e, al no que- rer separarme de ella un momento. Yo había llorado mucho en ese primer día de mi entrada al colegio y aun estaba muy nerviosa cuando llegó la hora de la oración de la noche, que todas acostumbraban rezar hincadas en medio de la clase. Y allí empezó para mí un grave conflicto: unas ganas in- contenibles de iSatisfacer cierta necesidad, que no por ser peque- ña, dejaba de ser muy urgente ... Sin atreverme a interrumpir el rezo para pedir "permiso", cada minuto se me hacía más inaguantable hasta que ocurrió la catástrofe. Mucho me asustó el pensar la gravedad del incidente y lo imposible que me iba a ser ocultar sus consecuencias. Por más que me afanaba en estirar mi traje para disimular las huellas, estas se extendían más, como a medida que crecía mi congoja. Al terminar la oración se levantaron todas menos yo, por lo que vino mi hermana a decirme que me parara. Entonces es- tallé en llanto, explicándole entre sollozos, el por qué no lo ha- cía. ¡La gran risa de ella fué lo que más me abochornó !. Enteradas todas del conflicto, mayor fué mi llanto, hasta que vino una monja que me tomó en sus brazos y me alzó, lle- vándome al dormitorio para desnudarme. Seguía yo en lo mejor de mis gritos, clamando por mi ma- má, no sabiendo nadie que hacer para consolarme, hasta que se

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