Mi Manuel

- 252 - Al otro día temprano fuímos a recibir a Manuel en la es- tación y entre abrazos y lágrimas de alegría, juntos otra vez volvimos a la casa. -"Muy bien podías. haber venido, me dij~ entonces Manuel, pues nos habían preparado una lujosa habi- tación, en la residencia del Marqués de Santa Mar-ta donde era la reunión y te esperaban". Más que nadie lo sentí yo, habiéndome costado lágrimas adquirir la experiencia de no volver nunca a separarme de Manuel ni un solo día y como lo hiüe en todo el resto de mi vida. Luego me contó la buena impresión que le habían hecho todos aquello,s hombres llenos de fe en el porvenir. Hasta Ma- dueño se había entusiasmado al oírlos, reanimando sus vie- jos entusiasmos revolucionarios para ir a luchar en el Perú: --"Vámonos don Manuel, le decía, juntos alzaremos la bande- ra de nueva libertad, con usted a la cabeza, emprenderemos la revancha que usted soñó!" ... -"Lástima, agregaba Manuel al contarme esto, que en el Perú seamos tan pocos los esperanzados en redimir nuestras "Provincias Cautivas", aunque tal vez algún día, lleguen a despertar las nuevas generaciones" ... Pobre Manuel, a pesar de su gran pesimismo, aun tenía entonces ráfagas de fe en el porvenir, que bien pronto la rea- lidad se encargaría de disipar. Todos los años durante las vacaciones, el Gobierno cos- teaba a los universitarios excursiones de estudios, a. diferen- tes lugares de España. Ese año le tocó al doctor de Buen diri- gir a la sección de sus discípulos a la is.la de Mayorca. El gozando del privilegio de llevar amigos y siempre tan atento con nosotros, nos invitó a que los acompañáramos; pe- ro Manuel temiendo abusar de esa amabilidad, rehusó cor- tésmente, aceptando sólo el coronel Madueño, que partió con ellos. Al despedirse nos citaron todos para volvernos a ver en Madrid, en los próximos meses. Pronto pasaría la primavera y partiríamos a Madrid, s.in haber sufrido los rigores del frío en ese privilegiado clima, paseándonos, conociendo la ciudad y sus alrededores; el fa- moso "Paseo Colón", a la orilla del mar, dominando la es- tatua del hombre que más gloria y riquezas le dió a España;

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