Mi Manuel
XXI BARCELONA Al parar el tren llegando a Barcelona, tuvimos que librar una verdadera batalla con los diferentes agentes de hoteles , que de viva fuerza qu ieren convencer al viajero y arrastrarlo cada uno al suyo. A duras penas logré que no me separasen de Manuel y ví defenderse a puño limpio "l'Oncle de Nancy", pura logmr subir al mismo ómnibus que nosotros. Buena impresión nos hizo Barcelona al verla con sus luces t: ncendidas y ·SU afluencia de gente por la1s1calles, llena de vi·- da y de vigor que es r ealmente el distintivo de su raza catala- na. Atravesamos en to:do su largo sus famosas "Ramblas" con sus dos hileras de árboles y al medio su ancha av 1 enida para los peatones. El "Hotel de Cataluña" donde nos llevaron estaba situado en la Plaza del mismo nombre en el "ensanche" parte nueva de la ciudad que se distingue de la vieja por .sus calles anchas y hermosas construcciones. Cómodamente instalados en un h ermoso cuarto con vista a la misma plaza, muy temprano me despertó un extraño rui- do de campanillas. Salté de la cama y aguaitando entre los vi- sillos, distinguí a unas cabras, custodiadas por sus perros y su pastor, que venían matutinas, a ofrecer su leche pura a los. con- sumidores . Allí me apareció España retratada de cuerpo ente- ro, ·en sus añejas y rústicas costumbres lo mismo que en su in- negable honradez: ·evitando así los fraudes y "bautizos" de la leche, de los que se quejan en Lima hasta los más fervientes ca- tólicos.
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