Mi Manuel

- 231- Asimismo había sucedido; al verse solos, la muchachita echándose a llorar, clamaba por su mamá; pero él tomando ac- titud varonil y valiente la consolaba: -"N'ais pas peur petite Renée, ne pleures pas, tu vas retrouver ta maman!" Y en efec- to, preguntó por la rue Franklin, donde llegaron los dos fácil- mente. Al verlos buenos. y sanos, después de tanto susto, los abrazamos, acariñándolos a ambos y cosa curiosa Madame Da- gez prodigándolos más a mi hijito que a la suya, agradecida, llamándolo su "salvador". Al poco rato llegó Manuel, le contamos lo sucedido y me di- j o las invitara a comer para acabar juntos de olvidar el mal ra- to que habíamos pasado. Gustosa aceptó la señora tomando to- dos por el "Héroe del día", celebrando la inteligente actitud del muchacho. Por supuesto a pesar del percance seguimos nuestros paseos a la fería, teniendo ya la precaución de tomar de la ma- no a cada uno de nuestros hijos. Era mucho más brillante que la de nuestro barrio, esta "Feria de Bordeaux", pues el exube- r ante carácter meridional se unía al explendor de sus. exhibi- ciones. Volando pasaban los días y sin sentir llegamos a fines de no- viembre, pensando en dejar Bordeaux y nuestros amigos, para seguir viaje a Biarritz. Triste fué la despedida de los dos muchachos: mutuas pro- mesas de no olvidarse, abrazos, besos, lágrimas y al otro día, co- sa muy humana, estaba mi hijito consolado, encantado de ver nuevos horizontes. Precioso nos pareció Biarritz con su hermosa playa muy concurrida aún en esos días que llaman "la saison des 1 anglaisn pues muchos abandonan las nubladas y frías costas de Inglate- r-ra para venir a estos lugares privilegiados, a pasar los meses de invierno. Fuimos al "Hotel Beauséj our"; su dueña una inglesa, cuyo marido estaba loco y ·en un manicomio, tenía un hijito de la misma edad que el nuestro: Rey, se llamaba y bien pronto fueron un par de amigos. Muy distintos eran allí nuestros compañeros de pensión~ todas las señoras venían a la mesa en "costume de soir" y los ca- balleros de smoking. No le gustó a Manuel esa etiqueta inglesa, impuesta y seguida por todos; pero a mí no me desagradó lucir las lindas toilettes que yo traía de París y que hasta ahora no

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