Mi Manuel

XVIII REVOLUOION EN LilVIA A principios del mes de marzo de 1895, a media noche nos despertó un campanillazo: un cable de Lima. Temblándome las manos, yo no lo podía abrir, segura de que fuese una mala noti- cia. Era de mi hermano diciéndonos que se "encontraba bien". Por supuesto comprendimos que algo muy grave había ocurri- do: un terremoto o una revolución, que son las, dos calamida- des siempre temidas y am,enazantes en el Perú. Manuel en el ac- to quiso irse a informar en el centro; pero lo disuadí, diciéndo- le que pronto todos los 12eriódicos de la mañana nos dirían de que se trataba. En efecto, todos anunciaban la noticia: Era una revolu- ción en Lima: "Piérola triunfante, Cáceres derrotado; cuatro mil muertos por las calles.". El último detalle nos apenó, tanta pobre gente sacrificada para el pésimo resultado de cambiar una cosa mala, por otra peor, como significaba para nosotros la vuelta de Piérola al poder. No fueron nada consoladoras las noticias particulares que nos llegaron de Lima, dándonos detalles de las atrocidades co- metidas de una y otra partB de los adversarios y el abandono de muchos de las filas de la Unión Nacional para sacar prove- cho del nuevo gobierno. Las cartas de Gamarra al respecto eran muy desalentadoras. Manuel comprendía muy bien que sería difícil desarraigar entre los peruanos la costumbre de vivir de la política, sin más finalidad que la conveniencia y a eso tendían todos sus escritos, esperanzado en que algún día aprovecharían sus consejos ...

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