Mi Manuel
-187 - se lo agradecí y abrazándome entonces contra su pecho sollocé libremente. Por la tarde salimos a andar y presenciamos un espectáculo muy nuevo para nosotros: En cada esquina, en cada "carre- four" una orquesta improvisada tocaba ante un público que en- tusiasmado por la música, se juntaba por parejas y bailaba. Graciosas "midinettes", empleadas endomingadas, obreras to- das, se dejaban coger del talle y arrastrar al son del alegre com- pás. La risa era general y comunicativa, tanto para los que bai- laban, como para los mirones. Era la interpretación fiel del le- ma "Liberté, Egalité, Fraternité", que vimos flamear por la no- che en caracteres luminosos, en los frontispicios de los edificios públicos. Ya listo nuestro departamento lo fuimos a habitar. Pena nos dió dejar el barrio central de la place Saint-Lazare; pero gusto también al sentirnos en nuestro "home" en esa completa libertad que sólo .se tiene en su p~opia casa. Una bretona nos vi- no a servir: "bonne a tout faire", ·se le titula a la que se compro- mete a hacer todo el servicio de la casa. Nuestros paseos se concentraron entonces por los alrede- dores de nuestro nuevo barrio. Desde nuestras ventanas nos apa- recía muy cercana la Torre Eiffel, como invitándonos a irla a ver: Frente al Trocadero, separados sólo por el Sena, nos pare- ció muy elegante la esbelta torre de hierro, tejida como encaje, que por un milagro de ingeniería, se mantiene recta a trescien- tos metros de altura, recuerdo de la Exposición 1889. Por uno de sus ascensores subimos hasta la tercera plataforma, junto con dos españoles, nativos de "Jerez de la Frontera", como nos dijeron con su peculiar aoento: -"Venimos a vender nuestros vinos y se los haremos probar". Trabajo nos costó convencerlos de que no se molestasen. ¡Qué pequeños nos parecieron los pobres humanos vistos desde esa altura! igual que hormigas en su continuo ir y venir incesante, sin comprender el objeto de su agitado afán. Ofrecían tarj etas postales con la torre, vi a muchos ocupados en escribir .a sus amigos: "Du haut de la Tour Eiffel", leí que empezaban todos y me pareció tan vulgar imitarlos, que rehusé las tarjetas, aprobándome Manuel.
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