Mi Manuel

- 186 - largo an?checer del crepúsculo, que nos parecía alargar la vid para gozar mejor de la.s maravillas que nos rodeaban. ª Le había yo prometido a J uanita ir a ver a su abuela qu vivía en Grenelle, rue de Lourmel, barrio apartado del centroe cerca del "Champ 1 de Mars". Conocimos. a la viejecita, de seten~ ±a y seis años, la mére Maynard, fuerte y ágil, quien se encantó .al ver que su nieta la recordaba. Al decirle que buscábamos un departamento, nos señaló uno al frente de su misma casa ~agregándome tener un gran jardín. Entusiasmados lo fuimos ~ visitar; era lo que necesitábamos: sala, comedor, dormitorio, etc. .y un precioso jardín con grandes árboles, donde pudiera yo es- .tar, sin tener que salir a la calle. En el acto firmó Manuel el con- "trato, pagando el primer trimestre adelantado, como es ley. Muy contentos •de tener ya casa, en los días siguientes nos 'Ocupamos de amueblarla; muy sencillamente, por supuesto, ya que desgraciadamente, no nos íbamos a quedar mucho tiempo. Ll egó el 14 de julio, íbamos a ver una fiesta popular en Pa- rís con sus discursos patrioteros, sus bailes en plena calle, en ,ese loco desbordamiento de alegría tan peculiar al carácter fran- ..cés . Desde los primeros días de julio, es tono entre la gente "bienn abandonar París para ir a las playas de moda; este se vuelve entonces un nido de extranjeros que vienen del mundo entero a conocer la Gran Capital. Por supuesto apenas llegados no po- díamos apreciar esa gran difer encia; sin embargo, al sentar- nos en la terraza de algún café, nos entretenía ver pasar ante nosotros a tantas caras raras, vestidos extraños y oír lenguajes incomprensibles. No fué defraudada nuestra curiosidad: bastante típica resul- tó la fiesta del 14 de julio, que pudimos presenciar desde nues- tra ventana del "Hotel Terminus". Temprano resonó por todas las calles " la Marsellesa", cantada y coreada por las gentes entu- siastas. No negaré que me emocionó oír resonar de nuevo aque- llas frases recordándome la guerra del 70. En esos momentos me sentí profundamente francesa, comulgando otra vez con el corazón de mi raza ¿Milagro musical?. . . tal vez; pero real re- surgimiento de los adormecidos sentimientos de mis seis años, <mando por primera vez la oí cantar, al ver partir los soldados a l a guerra. . . Manuel se dió cuenta de lo que me pasaba, pues respetando mi emoción se hizo el que no me veía llorar. Mucho

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx