Mi Manuel

-171- supuesto quedó muy satisfecho el infeliz que a tan bajo precio, había adquirido su par de bueyes. Muy teatral y algo quijotesco fué el ademán de Francisco: menos mal que fué a favor de un pobre indio que en su vida soñó poseer tal fortuna, pues valdría unos 500 soles el dona- tivo. Para Francisco representaba sobre todo, una nueva anécdo- ta que contar, entre las mil de su repertorio, formando parte de sus recuerdos y hazañas de viaje. Era de pensar que Josefi- na al saberlo, no lo tomaría tan "a gracia", pues no se le tenía por muy generosa. Manuel y yo, recordamos entonces lo que nos había conta- do pocos días antes, de un gran pleito con su mujer y que él parecía haber olvidado ya. En esa época, Francisco siendo gran admirador de Piérola, -sobre todo por su marcado catolicismo, pues a veces convenía en que había errado mucho en política, se encontró con el coronel Oré, jefe de una montonera que reco- rría la provincia de Cañete, dándole mucho trabajo a los solda- dos de Oáceres que lo perseguían. -"Don Francisco, le dij o, sabiéndose ambos partidarios de un mismo jefe; necesito dos mil soles para la Causa". En el acto, Francisco abriendo su car- tera le dió gustoso esa suma que acababa de sacar del banco, pa- ra pagar la peonada de la .hacienda. Al llegar a la casa con mu- cho entusiasmo le contó a Josefina, como una cosa muy natural, el servicio pedido y hecho a su amigo y correligionario. Ella furiosa le había armado una bronca, sin querer comprender que la política tiene· sus exigencias y sus deberes.. Aburrido del continuado mal humor de su mujer, había optado por huir a re- fugiarse en la hacienda, donde siquiera vivía tranquilo aunque solo. Algunas mañanas partía Manuel a caballo con don Maria- no Ramos, a recorrer los sembríos y a la hora del almuerzo re- gresaba encantado de su paseo. Renacía su entusiasmo al contemplar los algodonales y yucales que le recordaban sus tiempos de chacarero en Mala, cuando ponía en práctica sus estudios sobre almidones, que la guerra había interrumpido, al regresar a Lima para defender a la patria. Me contaba haber realizado entonces su ganado en diez mil soles, los que muy gustoso había obsequiado a su ma- dre, antes de irse a enrolar a la reserva.

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