Mi Manuel
-168 - contentábamos con decirle, que consultara a su corazón po 1 . d . , r o que ella soltaba una gran carcaJ a a y se iba corriendo sin in- .sistir. Al fin lo aceptó y la ceremonia tuvo lugar en la iglesia d la Merced. Isabel y Manuel fueron los padrinos. Muy elegante se presentó la novia en la iglesia; todos habíamos, contribuíd~ en adornarla, completando yo el atavío regalándole el velo v los azahares. · Después de la misa a que asistimos todos, amos y servido- res, durante la cual, con gran escándalo de Margarita, el padri- no no se hincó ni una sola vez; un almuerzo nos reunió en la mesa familiar con los recién casados; muy empavado el pobre novio, sin atreverse a comer. Pocos días después se llevó a su risueña novia a la hacien- da y allí la iba yo a encontrar de nuevo, al cabo de cinco años sin haber sabido más de ella. Bastante pesado resultaba el viaje para llegar a la hacien- da, no sólo por las seis leguas que lo separaba del puerto, sino por el fuerte calor del pleno verano que el sol derramaba por to- da la campiña. Sin un árbol que preste su sombra y entre lar- gos callejones polvorientos, que sólo las tapias dividen de los potreros, bastante p esado era seguir esos caminos interminables, sin un descanso hasta llegar. Una sed loca me devoraba sin más recurso para aplacarla que el agua sucia de la acequia o el vaso de aguardiente que generosamente me ofrecían a cada rato. Ni uno ni otro me seducían, hasta que opté por bajarme del caba- llo y beber esa agua barrosa que ·siquiera no me quemaría la garganta. Para distraernos, únicamente se ofrecían a nuestra vista los diferentes sembríos que hacían la admiración de Ma- nuel y como antiguo y buen chacarero se paraba a contemplar, informándose a quiénes pertenecían. Cada vez la contestación 'era la misma: -"Al convento de los padres tal" ... , con la úni- ca variante del nombre de la orden religiosa de sus diferentes dueños. -"¡Quiere decir que todo el valle pertenece a esos zán- ganos!" acabó por decir Manuel, en un arranque de humor mal contenido, que hizo reír a todos. -"¡Y así es todo el Perú! aña- dió ·don Mariano Ramos, puesto que los fraile.s tienen el don de engatuzar a todas las viejas ricas, para heredarlas" ... Palabras proféticas de la suerte que correría el mismo "Cerro Alegre" cua- renta y cinco años después, al morir su hermana Josefina.
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