Mi Manuel

- 166 - ña al chocarlos con su cabeza. Por el contrario, el otro bajito y narigón, su voz aguda resonaba como cornetilla al hablar El doctor Paulino Fuentes Castro, compadre de Manu~l 1 principio se enroló al partido, pero algo timorato, pronto se 'r ª_ tiró, temiendo sin duda lo abandonasen sus clientes. beatas. Ge;_ mán Leguía y Martínez, Eduardo Lavergne y el doctor don Gr _ gorio Mercado formaban el núcleo serio que dejaba hablar P:- lear y batallar a los jóvenes con esa mordacidad que caradteri- za a la juventud. Carlos Rey de Castro era también uno de los más entusiastas; pero complicado en una estafa, perseguido por la justicia, huyó a Chile, donde más tarde Piérola lo nom- bró Cónsul General del Perú, sin duda en premio de sus "hon- rosos" antecedentes. Fué entonces que la Beneficencia nos ofreció compra de la casa de la calle de la Merced y con esa venta terminó la repar- tición de bienes entre los tres hermanos. Al recibir ese dinero Manuel en el acto pensó realizar el deseo que acariciaba desde años atrás de ir a conocer Europa, pareciéndole la mejor opor- tunidad para hacerlo. La noticia no fué del agrado de los numerosos amigos. de Manuel que lo consideraban como su cabeza y único jefe. Pero él nunca lo había considerado así al unirse a ellos, bastante les había repetido que un "Partido de Principios" no tiene caudillo, ni nadie debe ser irreemplazable. Basado Manuel en esa ideali- dad y sin ambición personal, desechó todos los ruegos. y que- dó convenido que partiríamos para Europa a principios del mes de mayo. En ·cuanto a mí, a pesar del gusto que me daba la inespera- da perspectiva de regresar a Francia, algo de pena me ocasionaba abandonar Lima en esos alucinantes momentos de visible sim- patía hacia Manuel cada día más creciente . -"Será una prue- ba, me decía él, y si persisten en sus buenos propósitos, al re- greso continuaremos la labor empezada". En fin al verlo tan entusiasta con la ilusión de partir, pron- to olvidé mis pequeños sueños ambiciosos y preparé el viaje. Desde meses atrás Francisco se afanaba en que fuésemos a conocer "Cerro Alegre", su hacienda del valle de Cañete, que nos pintaba como un nuevo paraíso terrenal: -"Su situación espe- cial como lo indica su nombre, :su buen clima, su espléndida fruta de árboles importados de Chile por los padres de Josefina,

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