Mi Manuel
XIV MANUELITO Empezó el año 1890 y yo en vísperas de tener otro niño so- bre el que basábamos nuevas esperanzas. Francisco y Josefina nos habían pedido ser los padrinos : -"Pero a condición de que se llame Manuel, impuse yo, pues tiene que s-er hombre esta vez". El 9 de febrero nacía Manuelito; fué hombrecito el querido niño que venía a alegrar nuestro hogar. Sus padrinos vinieron a conocerlo; lindo y fuerte les pareció el futuro ahijado, felici- tándome lo mismo Isabel y mis amigas las Antadillas, que vi- nieron esta vez. Días después, partíamos para el Barranco, llevándonos a nuestro pequeño tesoro, huyendo de un posible contagio, como la otra vez, encantados de volver a la misma ca.sa como en los años anteriores. Pero la mala suerte nos perseguía y a los diez días se le declaraba una fiebre alta : ataque de perniciosa, fué esta vez el pretexto; inyecciones de quinina, fricciones, a nada cedió el mal. Yo desesperada, hincada al pie de la cuna, suplicaba a la Virgen salvara a mi niño. Rogué como sólo una madre puede rogar a otra madre; las palabras no sólo brotaban de mis, labios, sino desde el fondo de mi corazón angustiado, lleno de fe en su poder, pidiendo piedad: prometiendo no dejar ya nunca a Ma- nuel, atacar a la religión. En ese preciso momento pensé que el mejor remedio a su mal sería bautizarlo y vino el cura Fuentes Chávez. Apenas terminadas las últimas palabras rituales, se que- dó muerto mi niño.
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