Mi Manuel

-10- Hubo que hacer venir nuevos especialistas desde París. Es- ta vez, quedó terminada la obra, duplicándose el costo por su- puesto, y adquiriendo mi padre, una nueva experiencia de la mala fe de las gentes. La casa, bastante grande, permitía a mis padres alojar a amigos que venían desde París durante las vacaciones, transcu- rriendo alegres los meses1de verano. Las tardes alternaban entre los baños en el canal e interesantes partidas de ajedrez que mi padre, gran aficionado, emprendía con amigos; entre ellos, Auguste Hamann, Secretario y colaborador del célebre historia- dor Víctor Duruy, con quien durante largas horas quedaba sumido en interminables partidas.. Casi siempre en las mañanas era que se bañaban en el ca- nal, donde cómodos cuartitos permitían desvestirse. Mi papá sabía nadar, pero desde su parálisis temía que le diesen calam- bres en el agua y para prevenir toda mala sorpresa, se bañaba con un riinturón de aros de corcho, que se terciaba en el pecho, como. banda, no habiendo todavía en ese tiempo las cómodas cá- maras de goma que se usan ahora. Un día, uno de sus amigos que lo miraba bañarse: (todo un sabio profesor de matemáticas del licoo "Louis-le-Grand" de París) se sorprendió al ver las redondelas de corcho sobrena- dando solas alrededor de él, mientras mi padre, seguía bañán- dose tranquilamente. "No me explico le dij o: ¿Cómo le pueden ayudar a sostenerse, así lejos de usted? ... " Efectivamente, al tirarse al agua se había desatado la cuerda que las reunía y sin notarlo mi padre, seguía nadando sin ellas ... La inocente pre- gunta suscitó la risa de todos y quedó para eterno recuerdo, que más tarde yo misma oí contar. Cuando· mi papá era estudiante iba siempre a pasar sus vacaciones, al lado de su abuelo materno médico en Poitiers ' ' c~lebre en su tiempo, por ser el primero en descubrir y usar el hierro como reconstituyente: salvador de niñas anémicas y de pálidas mejillas. Después de enfermo, mi padre nunca volvió a esos lugares que le recordaban esos tiempos de su sana juventud· fué su abuelo quie~ lo vino a ver varias veces antes de morir;' pero yo no lo conoc1 o al menos no lo recuerdo. Por el caso especial de la enfermedad de mi padre se de- sarrolló en mi mamá un carácter enérgico que generalmente las

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