Mi Manuel

-148 - borlas de seda, rodeando el lindo conjunto. Hizo la admiración ya que no me atrevo a decir la envidia, de cuantas amigas m' vinieron a felicitar en aquellos días en que adornó regiament: mi cama. Preciosa era mi hijita con su color blanco anacarado y sus oj azos azules, en que me parecía r econocer la mirada dulce y tranquila de Manuel. Linda me parecía Cristinita, que así se iba a llamar como su tía y junto con mi hermano ser sus padrinos. Monseñor Agustín Obín y Charún, el antiguo condiscípulo de Manuel, muy resentido porque no lo había llamado para casar- nos, vino esta vez a reclamar sus viejos derechos de amigo para bautizarla. Cristina, ya con doble título, vistió y adornó con todo pri- mor a su ahij adita, a la que admiraba tanto como yo. Manuel a pesar de sus ideas recalcitrantes no se opuso a que fuese bauti- zada su hijita, sabiendo de mis creencias· y habiéndome prome- tido respetarlas. En San Marcelo tuvo lugar la ceremo:q.ia, en esa misma iglesia en que un año antes, Dios había bendecido nuestra unión. Al volver de la ceremonia, todos los invitados se sentaron alrededor de la mesa, brindando a menudo por la "reina de la fiesta". Luego pasados esos días de afanes y goces familiares, vol- vió Manuel a las preocupaciones que seguían fomentando sus ~nemigos ya declarados abiertamente. Tenaces también lo seguían defendiendo sus jóvenes ami- gos y admiradores del Círculo Literario, que Manuel quería en- carrilasen sus esfuerzos hacia una labor positiva de ideas, ha- ciéndoles comprender la inutilidad de una literatura hueca sin más alcance que conquistar laureles, sin sembrar frutos más positivos para el porvenir ... Y esa era la labor que Manuel se proponía realizar ayudado por los que lo comprendían y lo rodeaban. De nuevo le pidieron que hablara y aceptó, aprovechando justamente para aclarar sus ideales "Levantar los pensamientos y fortalecer los corazo- nes" como les decía en un párrafo de ese nuevo discurso leído en el Teatro Olimpo. De nuevo asistí a ese segundo reto que lanzó a la faz de los periodistas mentirosos y a los políticos carcomidos, que enga- ñan al pueblo con falsas promesas; ví de nuevo electrizarse esa

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