Mi Manuel

XII REGRESO A LIMA Fué toda una novedad nuestro regreso a Lima, el instalar- nos en nuestra casita, ya tan llena de recuerdos y más aun aho- ra de esperanzas. Abrimos la puerta de calle y si algo perdió el patio su as- pecto de nido, lo ganó con más luz y aire. Cristina pudo venir más a menudo que antes siendo todo un viaje para ella, irnos a ver al Barranco. El doctor Pablo Patrón, nuestro novel amigo, uno de los fogosos miembros. del Círculo Literario, la examinó, amenazándola de "anemia cerebral" si se- guía su exagerado ayuno. Con todo cariño emprendí curarla, sentándola a mi lado en la mesa, obligándola a comer. Desde el principio y de común acuerdo, habíamos decidido con Manuel, no mandar a nadie parte de matrimonio. Francisco y su esposa, al regreso de ·su hacienda, nos vinieron a ver y no estuvieron de acuerdo con nuestro parecer: -"¡Ustedes se expo- nen a las críticas de toda la sociedad de Lima!" nos dij o él, con tono grav·e y doctoral como acostumbraba, y nos hizo reir, bur- lándonos de los prejuicios ,sociales, no queriendo seguir amistad con los rancios y fanáticos amigos de la familia: -"Une femme heureuse par le coeur ne va pas dans le monde" .... ha dicho Bal- zac y repite J o.seph Trugnau en su libro Madame de Stael, página 39, línea 23. La única excepción fué a favor de don Francisco H. de la Rosa y de la señora Felisa su esposa, arequipeños, pri- mos hermanos de Manuel y, además, sinceros amigos nuestros. Cada vez que venía Cristina a vernos traía unos. paquetitos que muy sigilosamente guardaba al llegar en Bl cajón de una

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