Mi Manuel

- 138 - Pena y vergüenza daba atravesar esas calles del Barranco en aquellos tiempos, en que aun estaban frescas las huellas del enemigo vencedor; entre las ruinas de esas casas destruídas por los chilenos, quedando sólo escombros como recuerdos vivos de su paso. Desde lejos se oía la campanilla que llamaba a los fie- les, agitada por todo un señor Doctor don Juan Francisco Pa- zos, Alcalde del lugar. Y era porque ya no había campanario como antes, ni igle- sia que lo cobijara, arrazado todo por el vandalismo chileno que a gala habían tenido ·el dejar rastros de su paso. La capilla de ahora, era uno de los antiguos ·salones del rancho del cura, señor Manuel de la Fuente Ohávez, quien allí reunía a sus fieles', llamados por su Alcalde, que tan benévola- mente acumulaba sus altas funciones con las de sacristán. Este mismo señor doctor Pazos, era el que en los primeros días en que bajábamos a los baños, encontramos. saliendo de su casa, especie de castillo feudal, construído en la falda del cerro de la quebrada que lleva a los baños y al encontrarlo Manuel me lo había presentado. -"Señora, me había dicho: La felicito por lo que la ha escogido este caballero don Manuel y es el mejor elogio que le puedo hacer: Es el hombre de más talento y por- venir que conozco en el Perú y debe ser muy acertada su elec- ,, ción". Palabras que me habían hecho sonrojar de placer, no por la alabanza a mi favor, sino por las dirigidas a Manuel. Después Manuel m e contó que ese mismo Dr. Pazos había sido uno de los fundadores del primer Partido Liberal en el Perú y al verlo llamar a esa misma misa que luego ayudaba devota- mente a decir, me hacía reflexionar y esperar que él también, tuviera iguales reacciones algún día, accediendo a mis ruegos ... A fines de octubre había sido mi cumpleaños y ese día tu- vimos la sorpresa de ver llegar a varios de nue.stros nuevos ami- gos del Círculo Literario, encabezados por "El Tunante", porta- dor de un precioso ramo de flores. Alegres chocaron sus copas, a la moda francesa, en honor mío, llenas de espumoso Ohampagne; también a la salud de su Presidente y futuro Jefe de las "Hordas Liberales", como titula- ron ruidosamente a Manuel, quien sabe si presintiendo desde en- tonces a los que hoy van a ser los ejecutores de sus sueños de redención: los "Apris tas", encabezados por Haya de la rrorre.

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