Mi Manuel

-136 - les pareció proceder muy sabiamente como me lo contaba des- :pués Francisco: -"Nuestros padres eran muy sagaces y al ver Jas marcadas antipatías de Manuel y las mías tan contrarias ¡equilibraron nuestros instintos, poniendo a Manuel en Sant~ ~Toribio y a mí en San Carlos" ¡Buen equilibrio pensaba yo al oírlo, muy acertado. . . muy sabio! Tan bien lo hicieron, que un buen día, Manuel se escapó de Santo Toribio y se fué a ma- tricular a San Carlos, burlándose de sus buenos motivos, suble- vándose contra sus santas razones. Luego olvidábamos esos recuerdos tristes para volver a la Tealidad, recreándonos el placer de estar juntos y sentirnos tan unidos. Su afición a las plantas, su amor a los animales, en que i3ramos tan idénticos y desde pequeños a ambos nos había naci- do igual predilección. Yo le contaba de Papillonne nuestra pe- rra, jugando yo con sus perritos; él con sus catorce perros, con quienes se entr·etenía al volver del colegio siendo sus com- pañeros preferidos, como me lo había contado su madre. Yo le decía de mi amor por Francia, que me aseguraba vol- vería a ver con él, que tanto la deseaba conocer también. Y luego me repetía por la milésima vez toda su dicha al es- tar juntos -"¡Tú, me decía a menudo, tú ·has nacido para mí! El Destino te hizo y te trajo a Lima para que fueras mía. Eres el ·complemento de mi vida, la que yo siempre esperaba y llegó a tiempo para ser únicamente mía!" ... Me parecían música ce- lestial sus palabras y me arrullaba como una melodía, olvidan- do estar en la tierra, al escucharlo. Yo regresaba a la casa cansada de andar, ansiosa de oírle decir todas esas eosas bellas. que anhelaba cada vez más escu- char. Volvíamos a la realidad, cuando llegaban a vernos desde Lima esos jóvenes admiradores suyos, que ya aumentaban cada día y abandonábamos nuestros paseos para recibirlos. Una mañana tuvimos una visita: -"Es Vicenta'", me anun- ciaron, sin que ese nombre me recordara a nadie, ni siquiera de quién se trataba. Manuel si comprendió; era una antigua mu- chacha criada en su casa. En una de las temporadas que cada año la familia pasaba en Chorrillos se había enamorado de ella un bañador Manuel Chumpitaz, célebre entre la corporación; en verano bañaba a toda la sociedad que venía de Lima y en invier- no seguía ejerciendo su oficio de pescador.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx