Mi Manuel

X NOVIAZGO Ya cumplido el año de la muerte de mi papá me parec10 conveniente que el señor Manuel viniese a hablarle a mi herma- no, pidiéndole autorización para venirme a ver. Bastante pesa- da me fué presentarle la solicitud. Mi hermano muy impresiona- do al oírme, me preguntó inocentemente si a mí me agradaba. Le contesté que sí, sintiéndome orgullosa de ser la· "elegida" del señor Manuel González Prada. El muy emocionado, me abrazó paternalmente y me con- testó que si era así, lo recibiría con gusto. Por la noche llegó el señor Manuel, trayéndome un lindo ramo de pensamientos y jazmines del cabo. Muy colorada me puse al darle las gracias y a la hora de irse le dij e aparte y ter- minantemente: -"Primero y último obsequio que le recibot quiero conservar toda mi independencia". Tiempo después de casados, me dij o que le gustó ese rasgo mío, admirando desde el primer día, la altivez de mi actitud. Y ·empezó para los dos la clá!sica época del noviazgo. Cambiamos aros: el mío lleva grabado al interior M. G. P. 1885, el suyo A. de V. 1885. Toda la. vida los hemos usado; yo llevo puesto hasta ahora el mío; el su- yo lo tengo guardado como se conservan reliquias de los santos~ con respeto y amor. Todas las noches, a las nueve en punto, resonaba el golpe de su llamada, tocando con la manita de bronce de la puer'ta de calle. Yo corría a abrirle mientras mi hermano muy ceremonio- samente lo esperaba y recibía en la sala. Desprecio, desde mu- cho tiempo antes era su amigo; no hicieron más que estrecharse

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