Mi Manuel

IX PUERTA FALSA DEL TEATRO Allí todo contribuía a distraerme: el ambiente mismo del lugar y la gente que afluía desde Lima; me bañaba temprano y después me quedaba en la playa viendo a los demás, en ese espectáculo siempre renovado de sustos y gritos., según la bra- veza del mar. Una de las más interesantes escenas de la playa era cada día provocada por Marietta Veintimillu, sobrina del famoso general ecuatoriano, desterrado político. Llegaba ella acompañada de una numerosa comit~va de admiradores que venían a verla bañarse. Todos ellos poetas e intelectuales j óve- nes, atraídos por la gracia y el talento de la escritora, le forma- ban una verdadera corte de honor. Luego se presentaba ella airosa y erguida para entrar al mar, envuelta en su capa terciada, como un gladiador romano listo al combate, avanzaba segura de su éxito, llena de sí misma. A su lado venía su bruñido bañador, musculoso y fornido, segu- ro de su importancia al laido de la coqueta muchacha., ante las miradas ávidas de los mozos que lo envidiaban. Ambos entraban al mar: Desde la playa, sus admiradores todos en fila, seguían las evoluciones acuáticas de la nueva sirena aplaudiendo ruido- samente a todas sus "poses" sabias y provocativas. Agarrada del brazo del hombre, extendido y fuerte como un cable de ace- ro, ella se dejaba mecer muellemente por las olas, desaparecien- do a ratos, volviendo a salir victoriosa de las aguas., segura del experto nadador que la sostenía. Esta escena teatral casi cómica, se repetía todos los días, con gran escándalo de las demás mu·· jeres, que presenciaban y criticaban ·esta nueva pantomima acuá-

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