El índigena y los congresos Panamericanos

50 DORA MAYER DE ZULEN de un criterio que define permanentemente una esp,ecie inferior y una superior de hombres. En segundo lugar, Mussolini predica qu,e nazca mucha gente, y con sus in– citaciones a la maternidad no puede esperar que esa gen– te sea selecta, puesto que la prolifidad por mera consig– na política, ha ele quedar en un terreno grosero. En ter– cer lugar; esos elementos humanos calificados de inferio- 1·es perpetuarían y acrecentarían de un modo correlativo con el ascenso de los ,eugenésicos, su inferioridad en el aislamiento a que se les condenara, y entonces se con– vertirían en una terrible cloaca social ¿ o se les ,extermi– naría? Mala perspectiva en ambos casos hipotéticos, y más, no tratándose por cierto de un número de degene– rados, sino d ,e razas enteras que la ignorancia aquilata a su capricho. ¡Cuánto mejor es dejar las soluciones a Dios que a los hombres! Pues bien, se ,está iniciando dentro del fascismo eu– ropeo una acción positiva del prejuicio de razas; en A– mérica un régimen total de paz armada; y en el Asia el imperialismó japonés, que por ser imperialismo lo ca– lifico de enfermedad, aunque pueda ser para los pue– blos de color una dolencia más benigna que el imperia– lismo de las Potencnas Blancas. Conforme a lo dicho, al principio es el momento de tratar de atenuar la acome– tida de s.emejante Peligro de Tres Cabezas. En un período histórico nuevo, el pred~minio del Japón nos libraría de los disparates de la eugenesia eu– ropea; un apartamiento de la política pan-a¡mericana nos libraría de compromisos que traen co~o corolario prin-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx