El índigena y los congresos Panamericanos
\ EL INDICENA Y LOS CONGRESOS PANAMERICANOS 49 kharma igual a aquel que no podrá dejar de traer algún día imponderables amarguras a Estados Unidos. · Mientras dicho punto se resuelva, en otro concepto la ciencia tendrá que sostener que una fusión de civiliza– cion,es es en un determinado momento de la evolución tan necesaria como una mezcla de razas. La voluntad del destino vence todos los obstáculos impuestos a tal fin. Lo único que lograría el hombre sería crearse la miseria de guerras estériles y desastrosas en lugar de permitir que la Naturaleza obre libremente_. La hoy tan decanta– da eugenesia es muy corta 7 n sus argumentos. Al iniciar 1talia la misma ruta de selección racial en que marcha la Alemania Nazi opina un periodista local: ..El progre– so extraordinario de los métodos experimentales para llevar a la práctica esa depuración racial ha permitido que la ciencia posea algunos conocimientos positivos so– bre materias eugenés_icas. Esta acción social t(;!ndiente a conseguir que las líneas de los mejor dotados puedan prosperar, desenvolvers,e, acrecentarse y protegerse con– tra lo que amenace destruir o alterar su .gérmln, es no sólo una conveniencia sino una· obligación que se irá con– densando en un conc,epto ético, para procurar, no obs~ tante las resistencias, que no haya muchos nacidos sino buenos nacidos, no mucha, gente, sino gente sana, fuerte y buena. Tal es la labor en que principia a ,empeñarse Italia. no mediante persecuciones raciales, sino por la apli– cación de leyes eugenésicas''. En primer lugar; esa doctrina ,eugenésica introduce en la sociedad una· autorización oleada y sacramentada,
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