El índigena y los congresos Panamericanos

36 DORA MAYER DF. ZULEN nueva patria y en un caso de prueba una guerra por e– jemplo, tal elemento, solo en la superficie estaduniden– s.e, no equivaldría en un choque a un compacto elemen– to patriótico de otros puebios. Esto puede afirmarse en contra de una abjuración de la nacionalidad original de los inmigrantes, impuesta por ley o sugerida por conve– niencias mat,eriales. No únicamente el judío, sino cristianos, budistas y otros, cambian por motivos prácticos de nacionalidad o reli– gión. Estamos ahora en una época antitética a la de los mártires del temprano cristianismo o del valor moral de la Reforma Luteriana del siglo XVI. Para muchos hombres, de los más diversos países, la religión s.e ha convertido en una larva hueca, de la cual se ha escapa– do hace largo tiempo la substancia viva, el sentimiento ardiente, que revolet,eó en forma de una linda maripo- . sa de la cual apenas se encuentra ya un ejemplar, o se está conservando oculto dentro de una larva que toma cualquier color para pasar desap,ercibida por los facto– res de destrucción. Así el judío,~ el japonés, el chino el indio peruano catolizado. Al igual 'la nacionalidad, aque– llo por que los héroes se sacrificaron en épicas jornadas, se da hoy por una comodidad, un puesto o para librar• se del Servicio Militar Obligatorio. El sentimiento na– cional se encuentra muerto o amortiguado ,en un capu– llo, aunque no sea en los ejércitos de la China, Bolivia o el Paraguay. Mientras que los directores de Alemania se proponen actualmente despedir a los huésped.es recientes que )a

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