El índigena y los congresos Panamericanos

32 DORA MAYER DE ZULEN roja y su bola blanca con doce puntos. Sobre todo, tar– de comprenderá cuanto le encarece la vida ,el banquero prestamista, para quien se paga impuestos y se sacrifica la independencia del presente y la p,erspectiva del por– venir. Después de exprimidas de las naciones surf\meri– canas todas las riquezas naturales, quedará al fin la inex-. hausta tierra de sembrío para un pueblo pobre y ex– poliado que tendrá que volver al arado y al buey por no poseer ya minerales, ni caucho, ni maderas de las selvas que trocar por maquinarias de los países del N~rte. El obr,ero urbano se ha expresado en el sentido de que prefiere el judío al japonés. Sin embargo, hablando desde el punto de vista de los intereses de la nación, el japonés conviene más, porque un gobierno atinado po– dría conseguir que la inmigración japonesa se encarri– l t ra al campo, a lo que los judíos se resisten. El judío es algo intransigente de carácter; chinos y japoneses son más llanos a conformars.e. La experiencia que en el Pe– rú se ha hecho con el japonés ha puesto en evidencia, hasta para muchos rehacios, la excelencia de la inmi=– gración china, de la cooperación de esa raza suave, a– mable, discreta, inof,ensiva, intelig-ente y laboriosa. Des– de 1922 el malhadado antiasiaticismo ha abierto brecha en la colonia _china, sin favorecer al peruano, sino al ja– ponés y judío, porque el peruano necesitará todavía de duros golpes antes de dars.e cuenta de que la competen– cia extranjera lo aplastará si él no aprende de esa com- .petencia modificar su tranquila despreocupación, la de

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