El índigena y los congresos Panamericanos
EL INDIGENA Y LOS CONGRESOS PANAMERICANOS 25 dades sobre la espalda del prójimo, que, si los judíos, efectivamente son grandes maestros en explotación y me– dro, han encontrado espléndidos discípulos en razas que no son judías. Nada ha valido la antigua· moralidad nor– te-americana si ha sido corruptible y se ha derrumbado al primer empuje. Parece que casi toda la humanidad fuera susceptible de sentir una apasionada sed de oro y que el judío haya sido nada más que el primero que su– piera descubrir los medios de satisfacerla. ..Por eso", continúa la carta, "es deplorable que gracias a la debilidad,. y el sentimentalismo de nuestros pu,eblos, hoy amenace la raza hebrea con entrometerse en el desenvolvimiento de Hispano América. Ya en Es– tados Unidos los judíos han usurpado todas las institu– ciones; sin directriz y sin orden han hecho del pueblo norte-americano explotado, un arma fuerte de imperia– lismo, del cual sufre hoy día todo el mundo". A esa impugnación violenta contra los judíos podría contestarse que el ~mperialismo lo han ejercido y lo ejer– cen, a través de la historia del planeta, múltiples pueblos no judíos. Como he hecho resaltar en otro lugar, en la ciudad todos los obj,etos son de compra-venta. Es decir el hombre da sus artefactos por dinero, mientras que la tierra da trigo sin pasar cuentas y la vaca da leche sin ~obrar centavos. La tierra y la_ vaca piden cuidado, pe– ro no monedas. Esta es la diferencia entr.e el campo y la ciudad. Es la ciudad la civilización progresiva el factor que transforma a los puritanos, y no lo es la raza judía. Solamente que los judíos son un complejo más urbanizado
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