El índigena y los congresos Panamericanos
22 DORA MAYER DE ZULEN de la Sierra? no, porque esto significaía matar la raza andina en el clima de los llanos del trópico. ¿ Con colo– nos de la Costa? no, porque están acostumbrados a una vida más fácil que la de una lucha con la exhuberante naturaleza selvática. ¿ Con yanquis? menos; el yanqui no puede hac,er en nuestros grados meridianos lo que hace en los suyos. ¿ Guardaremos la Montaña como un pre– cioso patrimonio para las generaciones futuras? Los ex– plotadores extranjeros no la dejarán en paz. Pero esa Montaña no la enajemos en conc,esiones a perpetuidad. Franqueémosla generosa¡mente a los fugitivos de todas las razas que se escapan de los Cuatro Poderes, por _ser celosos de su individualismo. Es la Montaña que pod~– mos franquear sin perjuicio del habitante nacional, da– da la escasa población de esa zona. Impongamos férrea– mente el respeto a nuestra bandera, señaLemos que el po– blador aborigen será el mejor auxiliar de los zapadores de la culturización de la selva. Seamos generosos con la inmigración cosmopolita, a fin de que aquella nueva po– blación se haga peruana, con amor al país y con ánimo . de cooperación general entre hombr~s de c~en especies reunidos bajo un pendón hospitalario y liberal. CUESTION RAZAS E INMIGRACION En Setiembre de 1 9 2 9 había recibido yo d'tra carta de un hispano-americano en Nu.eva York; aquella vez sin firma personal., Se había iniciado en Abril de dicho
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