El índigena y los congresos Panamericanos

EL INDIGENA Y LOS CONGRESOS -PANAMERICANOS 15 Esta vez Chile tiene la razón. Chile ha dado valor al territorio aludido. Bolivia falta a los convenios del Tratado de 1 8 72. El P.erú induce al 'mal a Bolivia, lle– vado de la influencia de las ilegítimas ambiciones mono– polistas. Ha pecado el Perú. En seguida peca Chile con el "No soltéis el Morro" de Vicuña Mackenna. Bastante obtuvo Chile con todo el d.epartamento de Tarapacá co– mo trofeo de su lid. Chile• debiera haber soltado el Mo– rro, el osario de los héroes que hicieron crecer laureles entr,e el monte de hierba mala. Si bien es cierto que con tradiciones de hostilidad se envenena el alma de los pue– blos, también es cierto que no se la ennoblece haciéndo– la doblegarse abyectamente bajo soluciones inequitati– vas. Una vez que no se ha impedido una guerra y los pueblos inocentes de la alta política de las materias pri– mas han sido escarnecidos por un vencedor petulante, no es posible predicar una paz a todo trance, sin hundir a tales pueblos en una resignación amortiguan.te. . Con una enseñanza concienzuda de la historia, chi– lenos y peruanos podrían haber actuado de modo muy distinto del qu~ se realizó, ·ahorrando a la ent,era Amé– rica del Sur un período fatal de rebajamiento al supedi– tarse a la hegemonía de Norte América. Los textos es– colares de historia d.ebieran ser redactados a raíz de un acuerdo tomado en un Congreso de Científicos, en que los representantes de las varias naciones hubiesen obje– tado cara a cara las v~rsiones de cada cual hasta ·alcan– zar la completa purificación del relato. f>ero ¿habrá aún •

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