El índigena y los congresos Panamericanos
EL INDIGENA Y LOS CONGRESOS PANAMERICANOS 11 dicen tales facciosos de afición lo que dij o con sarcas– mo el artista francés J ulien Barthieu: "Bah, el deber es lo que se exige a los de,más". ¿ Autoe xamen de conduc– ta? ¡nunca! Cánones de conducta que prohiban al críti– co incurrir él mismo en las faltas que acerbamente cri– tica? tampoco ¡ Parcialidad irresponsable y no partido repr,esenta la mayoría de los políticos que alteran esté– rilmente la tranquilidad social. Por eso que toda revolu– ción alberga un gusano que la carcome. Vamos al patriotismo. ¿ Cómo podi-ía obligar el pa– triotismo ~ presentar al propio pueblo como· inmaculado y a callar expresamente cualquier dato que pudi,era a– cusarlo de un desliz? ¿ Cómo podría hacerse un principio de no reconocer los def,ectos en el propio lado? Aquel que no s,e critica a sí mismo se expone a la crítica peor, y a veces socarrona de los demás. He ahí al respecto el ejemplo del "affaire Masaryk", que levantó hace años una te,mpestad en los p,eriódicos de Praga. Un estudian– te checo había forjado a principios del siglo XIX unos pergaminos con los cuales se pretendía documentar el al– to grado de civilización alcanzado por Bohemia en los comienzos de la Edad Media. Masaryk, ,el futuro emi– nente estadista y Presidente de la República Checoeslo– vaca, rindió testimonio de la falsificación, y un mal en– tendido patriotismo se enojó de ésto y una hoja de Pra– ga dijo: "¡Infame traidor! no te atrevas en lo sucesivo a emplear nuestro idioma sagrado. Vete a °juntarte con el enemigo a cuyo servicio te has ,entregado. Olvida que
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