Playas de vidas: novelas cortas

Rosa Arclniega te. Cheque en mano, pretenden quedarse con la playa in· tegra por la noohe, cOino, por el dia, se quedan con un lo· te de acciones en la bolsa. Sólo por el deseo de cerciorar- se a toda hora del mágico poder de unos papelitos de colo- res prontos a surgir, en apretadas filas, del fondo de su flamante cartera. Las dificultades, como los remordimien- tos, carecen de sentido para ellos. A cada negativa del pro- pietario, una nueva colección de soldaditos de colores, se- guidos de ceros, sobre la mesa. A cada silencio, un au- mento de oferta. Campeones de la vida en la difícil carrera de ganar- la plenamente, para ellos la existencia no es más que una rampa sin vallas. Conocen las ecuaciones de los humanos deseos y, tajantes, las resuelven. Demanda, oferta. Ofer- ta, demanda. Fácil tornillo sin fin que les conduce has· ta el triunfo. Unicamente, al llegar aquí, fracasan. Unicamente a- quí pueden sentir la sorpresa de la negativa. Pero es que esto no es la vida. Esto es una playa de vidas, un refri- gerio de vidas. Y el espíritu comercial, sólo en forma re- fractaria, como el sol de un espejo, puede infiltrarse has- ta aquí. Una playa de vidas · no puede ser exclusiva de un Ú· nico propietario. Pertenece a la Humanidad, a todos. Y, entre estos, antes a los lisiados que a los sibaritas, antes a los derrotados que a Jos todopoderosos. Porque en esta playa --eomo en toda playa natu- ral-, vfctlmas de las furiosas galernas, de las cóleras

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