La Perricholi, t. 2

· t A . P E R R I e· H O ·L ·¡ 93 ECHARRI.-Bueno, mujer, no te enoJe-s ... Veré al Capitán Lostaunau. · · MICAELA (Calmándose).-No, Vicente, es una végi:·'enza... No solicites la ayüda del Capitán~ ' Se me ha ocurrido un medio. ECHARRI.-¿ Cuáí? MICAELA.-Manuel ha estado en los últimos días en mucha amistad con Tagle, el Contador de la Casa de . Moneda. :ECHARRI (Con expresión .de mártir resignado).- Iré a verle. Le preguntaré por Manuel; pero corro el riesgo de que aunc1üe sepa él dónde está 111etido, no me lo diga. JYiICAELA.-Puede ser que Tagle también esté per- dido. Algo me han dicho de que lleva una vida muy li- cenc10sa. ECHARRI.-Pongámonos en el caso ele que no en- cuentre a Tagle, ni sepan ele él en la Casa ele la Moneda, pues estos grandes s.eñores poco se ocupan de cumplir en sus empleos. MICAELA.-Si · no lo encuentras, averigua por él, donde su hermano Luis Tagle, que estudia en la U niver- sidad de San Marcos. · ECHARRI.-Voy, pues, 1\1jqu"ita, y tranquilízate que sólo ha de ser una e:ncerrona en alguna casa de gen- te alegre, que se ha dado el mozo para resarcirse de la abstinencia de tantos meses. MICAELA.-¿ Y esa idea va a tranquilizarme, si es precisamente, la ,seguridad que tengo de que es lo que , piensas, que me atormenta tanto? ¡Dios mío! Vino .. ; mu• jeres... ¡Eso es lo que me angustia! Sólo hace seis me-:- ses que llegó, y ya vuelve a los desórdenes que me obli- g·aron a mandarlo a Europa. ECHARRI (Aparte).-¡ Hjjo de Am.at !

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