La Perricholi, t. 2

L A PERRICHOLI 87 T AGLE.-Tú lo enciendes. ¿Por qué te sofocas? Es tu gusto. MANUELITO.-Sufro el suplicio de Tántalo. T AGLE.-"Quien por su culpa padece vaya al 111- fierno a quejarse" . .MANUELITO.-La quiero, daría en este momento mi alma al- diablo porque fuera mía. T AGLE.-En este momento, por Elvira... Más tar- de por Margarita. (RIE CON SARCASMO). MANUELITO.-¿ Y soy yo culpable de estas lla- mas que la belleza de la mujer encienden en mí?'... Elvi· ra... Margarita... Sí, a las dos amo: cuando estoy al lado de la una, haría todos los sacrificios por obtenerla... Le juro adoración, y no miento. TAGLE (Ríe sarcásticamente).-Luego, vas al la- do de la otra, y ardes en el mismo fuego. MANUELITO.-Búrlate cuanto quieras; pero no soy un farsante: cuand9 me encuentro al lado de la otra, la ausente no desaparece de mi corazón, la miro como a una santa del cielo, y mi pasión se inflama por la que tengo a la vista. T AGLE.-Y a ninguna de las dos puedes hacer tu- ya, porque te lo impide tu honor de caballero, y la pure- za y la honra de ellas. MANUELITO.-¡Verdad! T AGLE.-Creo que es el juego más tonto que has podido elegir. .. Yo, amigo mío, no me mantengo de jura- mentos y esperanzas ... Yo prefiero la realidad, aunque no sea tan bella, a la ilusión... Ve ante que puerta estamos. Voy a llamar. MANUELITO.-¿ Qué calle es esta? TAGLE.-"Siete Pecados", y la casa de ña Teodora, donde no se sufren los suplicios de Tántalo... ¿Entras?

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