La Perricholi, t. 2

~ ·r ( • -- i A P t á 'í~. _1 e li 6 t t ----------~~-----~~-- MANUELITO.-¿ Me µacéis la honra, doña Mar- garita? MARGARITA.--Con mucho gusto·. UNA VOZ.-¡ Qué música divina! 2~ VOZ.-¡ Qué linda figura! / . '3Q. VOZ.-¡ Abrazados!... ¡Qué descaro! l\1ANUELITO.-¡ Al cielo renunciaría por tenerós así toda la vida! MARGARITA.-No digáis herejías. l\1ANUELITO.-Os hablo én verdad. Me siento embriagado de dicha tan inefable, que no la cambiaría por la gloria. l\!IARGARITA.-Yo no podría expresar lo. que sien- to. l\1ANUELITO.-Decidló... Os lo ruego. MARGARITA.-No sé ... algo como si soñara... un sueño muy hermoso. l\!IANUELITO.-Os amo, Margarita... Aceptad m1 adoración. UNA VOZ.~Es muy lindo este baile. VOZ DE ANCIANA.-Pero muy descocado... ¡ Abra.. zarse en la sala, delante de todos! ,,T AGLE.-¿ Os parece rnuy mal que se abracen en la sala en presencia de la concurrencia? ¿Preferiríais que fuera a solas, en un rincón del jardín? VOZ DE ANCIANA.-¡Desvergonzado! En mi tiempo, los caballeros respetaban más a las señoras. T AGLE.-Señora, yo no os he faltado el respeto. DON LORENZO.-¿ Qué pasa, caballero? T AGLE.-Que la señora se escandaliza de que en este baile se abrace la pareja en presencia de todos. DON LORENZO.-¡ Ojalá siempre los abrazos de los muchachos fuesen en público! TAGLE.-Algo parecido elije a la señora; y por es- to me llamó descortés. , VOZ DE ANCIANA.-Los hombres están todos echados a perder. ¡ ~on qué desverg.i_~enza hablan delan·

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