La Perricholi, t. 2

L A P ·i: R R 1 e H O L l DON LORENZO.-La mujer que s.e casa con un homl?re que no quiere, o es una mártir o... Estos ojos, que se los ha de comer la tierra han visto mucho, doña Micaela. MICAE.LA .-.Comprendo... comprendo... Pensáis con mucha cordura. ECHARRI.-Brindemos por la santita. VARIAS VOCES.-Sí, brindemos por su felicidad. lVIANUELITO.-¿ Si me permitís? DON LORENZO.-Sí, míster, hablad. MANUELITO.-Yo brindo por una diosa de esta muy noble ciudad, es primorosa beldad; hay en su pecho los trinos de los pájaros cantores, y al sol sus ojos que embelesan, robaron la claridad~ • UNA VOZ.-¡ Muy bien_, muy bien! OTRA VOZ.-¿ También cortáis flores en el Par::'.. naso? MANUELITO (Con viveza).-No, encontré el ra- millete hecho ya, y mi único mérito es haberme apresu- 1 ado a cogerlo para ofrecérselo a una diosa. MARGARITA.- Por Dios, don Manuel, n1e con- fundís. VOZ DE VIEJA.-Creo que del santo va a resul- tar casorio. DON LORENZO.-Fino galán es vuestro hijo. DOÑA MARIA.-Pasemos a la sala. <PASOS. - MURMULLO. - MUSICA). - MANUELITO.-¡ Tagle, mi querido amigo! ¿Tú aquí? TAGLE.-Sí, yo en cuerpo y alma. No conocía a la familia ... Pero sabes que tengo buen olfato... Supe que había jolgorio aquí. .. y no me faltó un amigo que me trajera.

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