La Perricholi, t. 2

74 MARI)\ J. ALVARADO RIVERA MARGARITA.-Pero, mamita, ¿qué mal hago yo en tenerlo si es para mí? DOÑA MARIA (Severa).-¡ No me repliques, niña! Hoy los hijos no tienen ya respeto a los padres. ·Dame el cofre. MARGARITA (Llorosa).-Tomadlo, madre, y per· done su Merced. DOÑA MARIA (Humanizándose).-Bueno, no es el caso ahora para que te aflijas, y luego conozcan que has llorado, y me crean una madre sin entrañas, que te castiga el día de tu santo. MARGARITA.-Si yo no lloro, mamita. DOÑA lVIARIA.-¡ Ya está abierto ... ve ... son enca- jes! ' MARGARITA.-¡ Ay, mamita, qué lindos! DOÑA l\IIARIA.-¡ Y · qué caros deben ser! · MARGARITA.-Doña lVIicaela tiene gustos de gran dama. <PASOS DE DON LORENZO>. DON LORENZO.-Doña María... M-argarita, ¿ dón- de estáis? DOÑA MARIA.-Acá, don Lorenzo. DON LORENZO.-¿ Qué hacéis en, los cuartos to- davía? Ya hay gente en la sala. l\fARGARITA.-¿ Quiénes padre? DON LORENZO.-Doña lVIicaela, su marido. MARGARITA (Tímida).-_ ¿Y Manuelito? DOÑA MARIA.-¡ Niña!... ¡Qué descoco! DON LORENZO.-Doña l\tiicaela no sale ahora a ninguna parte sin su hijo ... Vamos, vamqs a la s;ala. l\tIARGARITA.-Un momento. DOÑA MARIA.-¡ Una niña no debe ser presun- tuosa, Margarita!... ¿Para que te pones ese clavel rojo en la cabeza? DON LORENZO (Voz baja).-Dejadla; también - vos os adornabais para mí. DOÑA MARIA.-¿ Qué sabéis de mis intenciones?

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