La Perricholi, t. 2

72 MARI A J . AL V A- R ·AD O RIVERA . " ·zado tiempo para ocuparme de la con1ida. Pero ya sé que Encarnación, lo hace bien. . MARGARITA.-¿ Hay más dulces, mama Encar- ·nita? ENCARNACION.-¿Y como no, mi querubín Nue- ces de nogal que mandó la reverenda superiora de Meke· darías. Toronja, que mandó doña Micaela. Ahí no más etán, mi querubín. MARGARITA.-¿Estas? ¡Ay! ¡_Cuántas y qué grandes! DOÑA MARIA.-¡ Qué hermosura! Doña Micaela . siempre hace las cosas con grandeza. · MARGARITA (Con entusiasmo).-¿Vendrá Ma- nuelito? DOÑA MARIA.-Sí, le dije a don Vicente que no dejara de traerlo. ENCARNACION=-Mandó también doña Micaela un cofre. MARGARITA.-¡Un cofre! ¿Dónde está? ENCARNACION.-Lo puse en vuestro cuarto, mt niña. MARGARITA.-Voy a verlo. ¿Qué me regalará? DOÑA MARIA.-No lo toques niña, hasta que va- ya yo. MARGARITA.-¡ Ay, mamita, yo quiero ver qué es! DOÑA MARIA.-Déjame acabar de ver que má~ hay para el almuerzo. ENCARNACION.-Chupe de camarones pa empe- zá, con pescau frito, gi~'ebo y harto' queso. DOÑA MARIA.-Y los tamales;¿ los mandó mama Juliana? ENCARNACION.-Sí, mi ama, así de grandazos como ladrillos. U no pa cada convidao. DOÑA MARIA.-¿Te acordaste del seviche? ENCARNACION.-En esta juente, mi ama, etá er seviche.

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