La Perricholi, t. 2

68 MÁRIA . J. ALVARÁDÓ RIVERA <UNA CARROZA>. ECHARRI.-Ha parado a la puerta una carroza. ¿Quién podrá ser? MICAELA.-Mi comadre Juana Guido, quizá. Va· mos a recibir la. MANUELITO (Pasos precipitados). ¡Madre mía! MICAELA.-¡ Hijo! ¡Hijo de mi alma! <PASOS). ¡Madre! <BESOS·. - DULCES SOLLOZOS) ECHARRI.-Ahora me toca a mí, muchacho. . MANUELITO.-Sí, don Vicente. (PALMADAS EN LA ESPALDA). ECHARRI.-Muchacho, muchacho, ¡qué grande estás y qué fuerte! MONICA (Llorando).-Y pá la probe negra que lo llevó en sus brazos, no hay ni miaja! MANUELITO.-¡ Mama Mónica, dame un abrazo! Te traigo un regalo de Madrid. l\IIICAELA.-¡ Qué apuesto es y qué elegante viste! ¿Verdad, Vicente? ECHARRI.-Sí, es un .gallardo mozo. MANUELITO.-Madre, no habéis cambiado nada; no ·pasan los años por vo s ; estáis siempre hermosa. ECHARRI.-Sobre todas las bellezas que has vis- to en el Viejo Mundo, siempre ella más graciosa, ¿ver- dad? / MANUELITO.-Ninguna habría podido destro- narla. MICAELA.-¡ Cómo saben de lisonjas los dos! MANUELITO.-Madre, no me separaré más de Vuestra Merced. · MICAELA.-No, · hijo; ya sólo la muerte podrá apartarnos... No resistiría otra ausencia. ¡Mi muchachito querido 1 <BESO).