La Perricholi, t. 2

· L A P E ·R R 1 e li o L 1 67 MONICA.-Aquí no más están mi amita; debajo del mismo altar. MICAELA.-Quiero que encuentre s.u cuarto con- forme lo dejó; el altarcito ante el cual rezó sus primeras oraciones, que resplandezca con sus blancos. paños, y sn.s candelabros con cirios. MONICA.-¡ Qué lindo! lVIICAELA.-Ahora las flores. lVIONICA.-¿ En los jarrones de prata? MICAELA.-Sí, lo mejor para mi hijo. ECHARRI.-¿ Qué haces mi tirana? l\/IICAELA.-Ya lo ves, Vicente ... Arreglando el cuarto de Manuelito... (Muy emocionada). ¡Me parece mentira que le vuelva a ver! ECHARRI.-Antes de dos horas le tendrás en tus brazos. MICAELA (Con voz empapada en lágrimas).-¡ Te· ner lo en mis brazos ! ECHARRI.-¡ Cómo! ¿Lloras? ¿Dónde está la mu- jer fuerte? lVIICAELA (Llorosa).-¡ Cuatro años,. Vicente... al cabo de cuatro años, voy a verlo! ECHARRI.-Has sufrido valerosamente cuatro años de ausencia, y cuando termina ésta, te aflijes como si te hiriese una desgracia. MICAELA.-De alegría, Vicente; de alegría es que estoy así, porque la alegría también cuando es grande, hace llorar... No sé cómo pude separarme de él... vivir tanto tiempo sin verlo, sin oirlo ... No podría resistir un.a nueva ausencia ... Vamos al Callao, Vicente. ECHARRI.-Te sería muy molesto, Miquita. Quien sabe a la hora que entrará el bergantín al puerto, y ten- drías una espera penosa. iICAELA.-¡ Gua! No me importa esperar, vien- do navegar el barco que lo va acercando a mí. Peor es sufrir encerrada en la casa, esta impaciencia que me con- sume.

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