La Perricholi, t. 2

l. A Í'E¡:¡RICltótl CLARA.-Y como no estarlo, si hay para comer có- mo príncipes. /-DESCONOCIDO.-:Mira a aquel mamón menteca- to de la mesa de la derecha, como no nos quita la mirada de encima. CAPITAN BAUSA.-Ese hombre es un perdona vidas. . l\1ANUELITO.-Parece que arrastra el poncho, co- mo decimos en mi tierra. CAPITAN BAUSA.-¡ Lindo dicho! DESCONOCIDO.-¿ Se os ha perdido algo en esta mesa? MANUELITO.-¿Vuestra pregunta es a mí? DESCONOCIDO.-A vos, no ha de ser a vuestro abuelo. MANUELITO.--Sois un insolente. Guardaos. No me acerque a enseñaros cortesía. <TERRIBLE RUIDO DE SILLAS Y LOZA QUE SE BOMPE) .. DESCONOCIDO.-Guardaos vos, que ya estoy ª~ vuestro lado por la lección que me ofrecéis. MANUELITO.-Tomadla. (OTRO RUIDO SEMEJANTE AL ANTERIOR). UNA VOZ.-Serenaos, señores, no desacreditéis mi casa. Salid afuera, si tenéis cuentas que arreglar. DESCONOCIDQ.-Aquí me ha insultado y aquí tengo que bajarle la arrogancia a este mozalbete. MANUELITO.-¡ Soy yo el que bajaré vuestra in- solencia! (LUCHA. - GRITOS DE LA MUJEBJ. CLARA.--El mocoso tiene la culpa. UNA VOZ.-¡ La justicia! ¡Envainad las espadas! (SIGUE LA LUCHAJ. DESCONOCIDO.-¡ Qué justicia ni qué niño muer• to! La justicía es mi espada. MANUELITO.-No la manejáis como caballero. Sois un malandrín.

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