La Perricholi, t. 2

60 MARI A J . ALVARADO RIVERA ISABEL.-Me dirigí a él y le hablé. Le hice entrar ,, a una sala. _ CAPITAN.-¿ Qué os dijo? , ISABEL.-Que era hijo de don Manuel Amat y que venía sólo a verlo, sin ningún interés por sus riquezas. CAPITAN.-Continuad. ISABEL.-Por fin, deseando conocer sus verdade- ras intenciones, procuré ser amable con él y le cité para hoy a ·las cuatro. CAPITAN.-Pero ¿cómo había entrado ese hombre a la casa? · ISABEL.-La traidora Verónica le franqueó la puerta. CAPITAN.-Y vos que tenéis tanta confianza en esa muJer. ISABEL.-Así se eqúivoca una, hasta de los que n1ás a1na, y por quien se hace tantos sacrificios se recibe traición. CAPITAN (Enojado) .-Si lo decís por n1Í, doña Isabel, ningún vínculo nos une todavía,_y podéis romper el con1promiso secreto... Yo no os obligo... No creáis que por la herencia que vais a recibir de don Manuel yo ten• ga una vil codicia... - ISABEL.-¡ Ingrato! Así me tratáis... ¡sabiendo cuánto os amó! CAPITAN.-Es que sie1npre n1e zaherís sin moti- vo... Y la sangre se 1ne sube a la cabeza. ISABEL.-Porque no me amáis como antes. CAPITAN.-Sois injusta: pruebas os tengo dadas de amor. Sabéis que n1i n1adre muestra gran empeño en que despose a la condesa del Pinar, y yo la desobedezco por el compromiso secreto que a_vos me liga. . ISABEL.-Quizá lo hacéis por caballerosidad, no por amor. • CAPITAN.-Vuestra eterna duda es lo que n1e des~ espera... Volvan1os al asunto de aquel bastardo. ¿Decís que le disteis cita para hoy a las cuatro?

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