La Perricholi, t. 2

_ L A PERRICHOLI 5,7 señor en su mocedad. No quería sino ver a su padre y s1 no lo hubiera conseguido... , ISABEL.-No habría acudido a la justicia... VERONICA.-Pero no se quedaría quieto tampo• co; cuando menos la · historia habría volado de boca en boca y se diría que teníais al señor como prisionero. ISABEL.-· ¿Y quién creería semejante calumnia? VERONICA.-Aunque calumnia, sobre lo que ya murmuran malas lenguas por allí, sería, en vuestra hon- ra, como mancha de aceite que nada la saca y se va ex- tendiendo cada día más . ISABEL.-Silencio... Te atreves a juzgar... ¿Tendré aún que agradecerte? VERONICA.-Su Excelencia no tiene nada que agradecer a su criada, que sólo cumple con su deb~r sir- viéndola lealmente. · ISABEL.-Tendrás la recompensa merecida · por tan leales servicios. · VERONICA.-No os pido recompensa, Excelencia, s?lo os pido que me deis vuestra venia para irme a Amé- rica. ISABEL.-¿ Irte a América? ¿Cómo? ¿De criada? VERONICA.-No, Excelencia, no seré más criada de nadie: me caso y me voy con mi marido a probar for- tuna. ISABEL.-¿ Sin duda tu dote será el dinero con que ese mozo te ha sobornado? VERONICA.-Yo no he consentido por codicia, si· no por_compasión. ISABEL (Sarcástica).-Pero esa compasión ¿habrá sido premiada? VERONICA.-Eso es distinto ... Que me haga un obsequio... ISABEL.-Mañana a las 8 no estarás ya en esta ca- sa... Vete. VERONICA.-Con vuestra venia.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx