La Perricholi, t. 2

54 J . ALVARADO RIVERA MANUELITO.-Os lo explicaré. _ ISABEL.-Entrad a esta sala... Que no se enteren los criados. MANUELITO.-Como os plazca. ISABEL.-Explicaos. lVIANUELITO.-Hace tres días, llamé a esta casa, por la puerta principal; pedí al criado que me anunciara al señor don Manuel Amat y J unient, y su respuesta fué un insulto, que si le hubiera tenido cerca le habría vali- do unos buenos cintarazos: ISABEL.-Sois arrogante... Sin ernbargo, habéis entrado en mi casa en una forma poco caballeresca y po- dría entregaros a la justicia. MANUELITO.-Hacedlo, si me juzgáis culpado. Me llamo Manuel Amat y Villegas; soy hijo del General don l\1anuel Amat y Junient, y he venido del Perú a Bar- ceJ ona, sólo por ver a mi padre. ISABEL.--¿ Hijo de don Manuel Amat? MANUELITO.-Sí, señora, soy .su hijo, y mi um- co pecado es haber apelado a una estratagenia para po- der· hablar a mi padre, porque el criado se negaba a anun· c1arme. ISABEL.-Han venido algunos farsantes a presen- tarse como hijos de Manuel, y por eso he dado orden de no anunciarle visitas, pues abusarían del estado en que está por su mucha edad, para obtener de él dinero. MANUELITO (Altivo).-Yo no vengo a buscar dinero, señora: vengo a ver a mi padre, sin ningún inte- rés. ISABEL (Con cierta benevolencia).-Parece que efectivamente tenéis sangre noble en las venas, pues tan altivo sois. MANUELI1'Ó.-Ya sabéis el motivo de mi presen- · cia en vuestra casa. ¿Qué más mandáis? ISABEL.-Regresad mañana, a las cuatro de la tarde. (SILENCIO J.

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