La Perricholi, t. 2

l. A VERONICA.-Deseo más ·que vos que vea1s ál se- ñor y me deis la bolsa, porque mañana mismo dejaré esta casa para irme a América. . MANUELITO.-¿ Quieres ir a América? VERONICA.-Sí, tengo un novio con quien me ca- saría e iría a su lado, porque aquí siempre es una criada... MANUELITO.-Pues ve a decir a Domingo ·que .son sólo tus gracias las que nie han traído, y que se va"'1 ya a dormir .tranquilo. VERONICA.-Sí, sí, yoy, señor. * * * LOCUTOR: Y una hora después, J\1a11uelito se encontraba ante el lecho de su padre. AMAT.-¿ Quién sois? Me ha dicho Verónica que teníais mucho empeño en verme. MANUELITO (Con profunda emocióJ:?.).-Soy Ma- nuel Amat y Villegas. AMAT.-¿ Sois lVIanuel Amat y Villegas ?· ¿Sois peruano? MANUELITO.-Sí, Excelencia, soy petuano~ AMAT.--Ven a mis brazos ... ¡Hijo mío! ¡ l\/Ii choli- to Manuel! * * * LOCUTOR: Y como el pod 1 er de los ·autores es más portentoso é1ue el de los aviones; algo parecido al de las ondas hert• zianas, dejemos a los personajes de Barcelona, para es- cuchar lo que pasa en Lima, en la casa de la Alameda Vieja. MICAELA (Con ternura. - Entristecida).-No, madre, no penséis en cosas tristes ... Manuelito llegará presto y aun pasaréis muchos años engriéndole...

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