La Perricholi, t. 2

32 MARI A " J • . - ALVARADO RIVERA LOCUTOR: Pleno verano, sol ardiente, calor sofocante. Un ve· lero sobre las verdes aguas de la bahía del Callao. A bor- · do, l\tiicaela, Manuelito y Echarri. MANUELITO.-No sé por qué os habéis empeña- do en venir a bordo, mamita, cuando os mareáis tanto. ¡Ni que fuese a Europa! MICAELA.-No te vas a Europa, empero es la pri- mera vez que me separo de tí, y quiero estar a tu lado hasta el último momento. ECl-fAl<..t<.I.-'fiene razón el muchacho: no hay por · qué tomar las cosas por el lado fúnebre ... No son sino quince días de separación, que para él serán de _jolgorio, en la hacienda del compadre J\;Iansilla. MICAELA.-Sí, se empeñó tanto el compadre }\1an- silla en que lo m~ndara a pasar una semana con la fami- lia... que no pude negarme... - ECHARRI.-Ni había porque. Este viajecito va a _ser de provecho a Manuel. Siempre e.s bueno conocer otros lugares. . MANUELITO.-Idos, mamita, ya estáis muy ma· reada. MICAELA.-Sí, me _voy. Dios te bendiga, hijo mío, en el nombre del padre, del hijo y del espíritu san., to... 11ANUELITO.-La mano, mamita. <BESO J. · MICAELA.-Y ahora, un abrazo ... Así. Muy apre- tado. (Sollozo contenido). Hasta pronto, hijo. ECHARRI.-Feliz viaje, muchacho, ·que Dios te proteja. · MICAELA.-Capitán... ya sabéis... Nada más os ·en- cargo. CAPITAN.-Descuidad, señora. Id tranquila. MICAELA.-Pórtate bien, Manuelito. Ten juicio. Dios te bendiga. (RUIDO DEL AGUA AL SER CORTADA POR LOS REMOS).

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