La Perricholi, t. 2

28 MAR 1 A J • ALVARADO RIVERA MICAELA.-¿ Eso hizo? ¿Manuelito? ¿Sería con el gusto dé ella? TRINI.-No... eso no... Mi Carmen no lo sabía. MICAELA.-¡ Ah! ¡La gazmoña L. TRINI (Con energía).-No, señora. - Mi hija no sa- bía, y tan es así que se espantó y dió de gritos ... Y cuan- do corrí yo asustada a ver qué le pasaba... 1fe encuentro que el niño Manuelito la tenía en sus brazos y la besaba. MICAELA.-Porque ella quería. TRINL-No, que si hubiera querido no habría gri- tado. Yo no entregué el niño a la patrulla de encapados, por ser vuestro hijo. CPAUSAJ. l\fICAELA.-Culpa ha de tener Carmencita con sus melindres ... Empero, yo pondré remedio a esto, presto. Vos también procurad que vuestra hija no pueda hablar a solas con Manuelito. TRINI.-Si lo hago·, y la he amenazado con cortarle el pelo, y ponerla en el hospital a lavar soleras. MICAELA (Enternecida).-Tomad estos pesos, pa- ra que remediéis vuestras necesidades, y paguéis a un mu- chacho que os haga los mandados, y no tenga que salir Carmencita. TRINI.-Gracias, doña J\1icaela, ya sabía yo que me ayudaríais a evitar una desgracia a mi hija. Gracias ... Quedad con Dios. (PASOS J. • .y. .y. MONICA.-J\1i amita, mi amita... El capitán de los encapados. MICAELA (Sorprendida).-¿ El capitán de los en· capados? ¿Estás .segura? MONICA.-Sí, rni amita, el mesmito, don Juan Pe- dro Lostaunau, bien que lo conozco. MICAELA.-¿ Dónde está?

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