La Perricholi, t. 2

24: MARI A 1 . A-LV AR AD O RIVERA DOÑA TERESA.-Niño, no estés hablando a ca- da momento con los mayores: · MARQUEZ.-Sí, dice bien Manuelito: que cante doña Micaela. ECHARRI.-No puedes negarte a complacer a tan gentiles caballeros. COMADRE CARMEN.-Y las damas también se lo pedimos. MICAELA.-Damas y caballeros serán complací· dos. Voy a cantar. * * * LOCUTOR: La vida palpita im.petuosa en las arterias del hijo ·de Amat. Adolescente aún, le acicatean las pasiones, y co- rre a satisfacerlas sin restricciones, mientras la madre amorosa que observa vigilante, sufre dolorosas inquietu- des. ECHARRI.-¿ No duermes, Miquita? MICAELA.-No, Vicente. ECHARRI.-¿ Qué te pasa? MICAELA.-Pienso en Manuelito... mi eterna pe- sadilla. ECHARRI.-. Este hijo de Virrey: cree que por ser- lo puede lanzarse a todos los desórdenes. MICAELA.-No te enojes, mi bien. Si no te tu- viera a tí, ¿quién me sostendría en esta lucha? ECHARRI.-Si no me enojo, Miquita, por mí, smo pot la intranquilidad continua en ·que te hace vivir. MICAELA.-(Suspira). ECHARRI.-Vamos, no sufras... Hay que conside· rar que está en la edad de las tentaciones ... .Ahora tiene locura por divertirse, pero ya se hastiará y sentará cabe-. za.

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