La Perricholi, t. 2

220· :M' A R I A J' -.. ·A L V A R A D ·O R I V E R A -¡ Paso... paso! MARGARITA.-Manu_el, ¿qué sucede? ~ MANUELITO.-No sé... he oído un grito terrible. VOZ 1 i.t'.-¡ Una mujer ha muerto! VOZ 2i.t.-¡ Ha muerto una mujer repentinamente! -¡Paso... paso a la justicia! UNA VOZ.-Allá... en la nave de la detecha... en la capilla, ha caJdo muerta una mujer. JORNADA TREINTA LOCUTOR: Mar1anita Vergara finaliza su drama amoroso con una enérgica lección de dignidad. MARIANITA.-¿ A qué venís a mi casa? ¡Idos! MANUELITO.-Tenéis razón en arrojarme como a un perro... Pero vuestro desmayo me consternó tanto, que no pude dejar de venir a veros. . MARIANITA.-Vuestra presencia en mi casa, al 'día sigui~nte de vuestro matrimonio, es un insulto más. MANUELITO.-No es insulto, Marianita, mi pre• senda en vuestra casa. No vengo impulsado por un sen- timiento bajo... Vengo lleno ·de dolor y vergüenza... V en- go a pediros perdón. MARIANITA.-Vuestra felonía ~s imperdonable. ¡Salid! MANUELITO.-¡ Por vuestra madre, no me arro- jéis sin oirmeJ Os pido perdón, no para que !lle devol- váis vuestro amor, que nó merezco, sino para tranquili- zar mi conciencia... Soy más desgraciado que culpable... ¡ Oidme, os lo ruego! . · MARIANITA.-Nada tenéis que decirme que yo no lo sepa. ... . .- _

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