La Perricholi, t. 2

218 · M A R I A - J • A L V A R A D O R ¡:, V E R A T AGL:g.-¿ Y qué le pedisteis? MARIANITA.-Le expuse el atropello que come- tió doña Micaela sobrepasándose en su autoridad de ma- dre; le referí las infafl!ias que se habían declarado contra · mí, y le pedí la libertad de Manuel, dándole palabra de no casarme con él hasta que su madre no diera el consen- timiento, aunque tuviera que esperar diez aflos. T AGLE.-¡ Sublime abnegación! MARIANITA.-Y cuando esperaba, l.lena de felici- dad, que el Virrey cumpliera su ofrecimiento de dejarle 1ibre, viene Guido con aquel infame desistimiento. TAGLE.-Marianita, compn~ndo vuestro dolor. MA~IANIT A.-Quizá en el misn10 momento en que yo espontáneamente renunciaba a los espo~sales, él firmaba ese documento cubriéndome qe oprobio. TAGLE.-¡ No merece vuestro sufrimient.o ! ¡Des- preciadle ! · · · MARIANITA.-No: no merece mi sufrimieti.to ; mas, una pone en un ser todo su amor; toda su fe; toda su felicidad ... Y al verse traicionada, el mundo se derrum- ba en torno nuestro... ¡No vemos sino ruinas... desola- ción... muerte!... * * (ORGANOJ. VOZ FE.MENINA P.-¡ Qué hermosa pareja hacen! -VOZ FEM.ENINA 2~.-¡Ella rebosa de alegría! VOZ 1 ~.-Y él no: parece más bien friste. Observa qué palidez cubre su rostro. VOZ 2~.-De la encerrona que le .dió su madre en la cárcel le ha quedado ese color. VOZ P.-Ya van a cambiar los anillos. * * *

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