La Perricholi, t. 2

216 M A R I A J . A L V A R A D O R I V E ;R A me vendí a su hijo, ni a otros, ni he hecho ni haré fortu- na como la ha hecho ella. GUIDO.-Vamos, niña., calmaos. MARIANITA.-Deddle también que el fruto de es· te desgraciado amor, jamás sabrá quien es su padre, ni su abuela, para que no se avergüence de tal familia. GUIDO.-Calma, calma, niña. Reflexionad: sois joven, linda, no desprecies el dinero que se os ofrece. , MARIANITA.-¡ Sa1id ! ¡Vos también sois un mise- rable!. .. ¡Idos de mi casa! ¡Vil comerciante de honras! GUIDO (Asustado).-¡ Parece que se vuelve loca!. .. Quedad con Dios, doña Mariana. (PASOS PRECIPITADOS>. MARIANITA.-¡ Madre·... madre mía, ten piedad de mí! (SOLLOZA>. * * * CGOLPECITOS EN LA PUERTA>. MARIANITA.-.Será Tagle... No quiero que nadie me vea sufrir por ese infame. (Golpecitos). Un momen- to... Ya voy. TAGLE (De afuera).-No os apuréis ... Yo espero. MARIANITA (Pasos. - Abre la puerta).-Pasad, Tagle. T AGLE.-Dios os guarde, Marianita. MARIANITA.-Y á vos igualmente. Tomad asien- to. · l T AGLE.-Vi salir de aquí a don Antonio Guido. MARIANITA.-_¡Ah! ¿Le visteis? TAGLE.-Sí_: le ví... No me extraña esta visita... Suponía que vendría... MARIANITA.-¿ Por qué teníais tal idea? TAGLE.-¿ Me consideráis un hombre de honor? MARIANITA.-Sí, Tagle, habéis sido muy noble para nosotros. (Rectificando). Quiero decir; para mí.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx