La Perricholi, t. 2

210 MÁRIA J. ALVARADO · RIVERÁ JUEZ.-¡ Salid, desvergonzada, y dad gracias que no os mande al hospital a lavar soleras! · MARIANITA (Altiva).-Mandadme, si queréis ... . ¡Algún día tendréis que responder de vuestros actos a otro juez que 110 se vende!. .. JUEZ.-¡ Idos, desgraciada!. .. ¡Idos antes de que me falte la paciencia! MARIANITA.-Sí, me voy a buscar una justicia que no esté al servicio de doña l\1icaela Villegas. ·; .J ~ ; ' * * * LOCUTOR: Y pasaron meses, lentos, angustiosos, en impotencia desesperante para la infortunada Marianita. , Inútilmente apeló a otras autoridades. Todas las puertas se cerraban para ella. Peregrinaba de oficina en oficina sin cons.eguir una audiencia para exponer . su que- ja, y si presentaba un recurso, no se dictaba ninguna re- solución sobre ·él. - Micaela ' también peregrinaba donde los altos fun- cionarios y antiguos amigos de Amat, .y ella sí era recibi· da, escuchada y satisfecha en su ·solicitud, de no dar a Manuel la licencia para que pudiera casarse sin el consen- timiento mater.no . Man uel, faltá ndole el estímulo de la presencia y de la palabra ele su amada, había caído en una especie de atonía, que Micaela, siempre atenta a toda oportunidad de realizar su plan, aprovechó con eficaz sentido práctico. MICAELA.-Comadre 1\!Iaría, vengo a celebrar una alianza con vos. . DOÑA MARIA.-Sin saber de qué se trata, os doy mi consentimiento, comadrita, pues ya sabéis mi cariño y estimación por vos. MICAELA.-Porque sé vuestra nobleza para mí, es que me atrevo a dar este paso.

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