La Perricholi, t. 2

t. A prisión un compañero, un amigo fraternal, porque el mis- mo se entrega por un escrúpulo increíble. T AGLE.-Así es: vendrán las hadas ·buenas a dar;;. nos libertad algún día, con la diferencia que a tí te red-. birá ·el amor; y a mí la soledad de célibe empedernido~ <PASOS Y PARADA EN SECO). SARGENTO.-¿Don Manuel Amat? MANUELITO.-Yo soy. SARGENTO.-Seguidme. MANUELITO.-¿ Adónde? SARGENTO.-Al despacho del Alcaide. MANUELITO.-¿ Para qué? SARGENTO.-No sé: sólo esa orden he . recibido, de conduciros allá. - lVIANUELITO.-Hermano, un abrazo por si no nos vemos más. Quiz~ me llevan a Filipinas. TAGLE (Muy emocionado).-No es posible que tu madre llegue a ese extremo: sería un crimen. MANUELITO (Vo.z ahogada).-¡ Un abrazo! (SE ABRAZAN). T AGLE.-Dios qui.era que nos veamos presto. MANUELITQ (Con entereza).-Guiad, sargento. SARGENTO.-Por aquí, don Manuel. (PASOS.-· SE ABRE UNA PUERTA. - SE CIE· RRA. - PASOS. - SE ABRE OTRA PUERTA>. MICAELA.-¡ Hijo mío! MANUELITO.-¡Madre! (SILENCIOJ. MAN.DELITO.-¿ Venís a traerme vuestro perdón? MICAELA.-¿ Me pides perdón? MANUELITO.-Sí, madre, os pido perdón por los disgustos que os he causado, y os ruego consintáis en mi matrimonio. MICAELA.-¡ Oh! ¿Insistes? ·MANUELITO.-Sí, madre, porque lo quiere mi co- razón y lo manda mi honra de caballero.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx