La Perricholi, t. 2

i Á PERRICHOt.Í MARIANITA.-Hasta muy pronto, mi bien. lVIANUELITO.-Te beso con el pensamiento. CAPITAN.-Por aquí, señora. 205 (PASOS. - ABRIR Y CERRAR DE PUERTAS). MARIANITA.-Qucdo muy agradecida, Capitán, a vuestra bondad. CAPITAN.-Vos merecéis todos los homenajes, se- ñora. Id con Dios. >I (RUIDO DE LA PORTEZUELA DE LA CALES.A QUE SE ALEJA>. JORNADA VEINTINUEVE En el castillo encantado, como le llamaba a su pri- sión, tuvo Manuel cierto día, la más grande sorpresa, casi un suceso de verdadero encantamiento. ta ... TAGLE.-¡ Hermano! l\tIANUELITO.-·¡Qué dicha verte! T AGLE.-Pues ya me tienes contigo. MANUELITO.-Por el breve espacio de una v1s1- TAGLE.-No tan breve. MANUELITO.-Aquí se vuelve uno egoísta, her- mano, todo lo que nos conceden los felices mortales, que gozan de libert~d nos parece poco. TAG:f_,E.-Pues mi visita no te va a parecer corta. MANUELITO.-Sí, hermano, te repito que uno en la prisión se vuelve avaro, incansable de cariño y aten- ciones. Aunque te estuvieses todo el día conmigo, me parecería corto el tiempo, y aunque estoy en una triste cárcel, quisiera que permanecieses más tiempo a mi lado. TAGLE.-Tu avaricia se va a ver satisfecha: me tendrás más de un día, y más de dos también.

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